Son más que ese paisaje verde e idílico que contemplar o en el que ‘perderse’. Fuente de madera o resina y también refugio micológico. Pero no sólo eso. Los montes son mucho más. Y con 4,8 millones de hectáreas de superficie arbolada (más de la mitad de todo su vasto territorio), la Comunidad más extensa de España tiene en estos recursos naturales que desde antaño se han aprovechado de forma tradicional una importante base de la que seguir s acando provecho de la mano de la bioeconomía forestal, y que no se ciñe únicamente a la explotación maderera. Porque entre árboles, arbustos, jaras, tierras de cultivo… hay muchos proyectos que se pueden sacar adelante, más allá de lo que los ancestros ya hacían. Y prueba de ello son los hasta 18 proyectos con acciones que tienen lugar total o parcialmente en Castilla y León seleccionados por la Fundación Biodiversidad dentro de la segunda convocatoria para el fomento de la bioeconomía forestal. Una línea dotada para el conjunto de España con 77 millones de euros y a la que concurrieron 163 proyectos, de los que fueron seleccionados 56. Los 18 que atañen a Castilla y León suman un presupuesto global de 26,2 millones, para los que han recibido una ayuda de 24,7 millones, casi un tercio del total repartido, lo que sitúa a la Comunidad como la que más proyectos acumula, incluido el de la Red Estatal de Montes Públicos, de ámbito nacional, pero con sede en Soria. Una cifra «coherente» con la superficie forestal «y con los municipios que están afectados por reto demográfico» que también valoraba la convocatoria, destaca la directora general de Biodiversidad, Bosques y Desertificación del Ministerio para la Transición Ecológica, María Jesús Rodríguez. «No es casualidad» que Castilla y León se haya sumado con tanta fuerza a esta línea de subvenciones, valora también el director general de Patrimonio Natural y Política Forestal de la Junta, José Ángel Arranz, quien recuerda que se lleva años «trabajando» en esta dirección, desde el Plan Forestal de 2002 a la Estrategia de Economía Circular de 2021, pasando por el de bioeconomía forestal o el de movilidad de recursos forestales. «Con todos estos antecedentes hemos conseguido que la propia sociedad rural de Castilla y León crea en estas políticas y que el monte es algo más que un escenario que contemplamos». Diversificación de aprovechamientos y usos forestales, tanto los maderables como otros como la resina, las setas, el corcho o las plantas aromáticas; uso combinado de sacar rendimiento a los árboles y la apicultura o ganadería; gestión forestal sostenible… son algunas de las iniciativas. Y las hay también que buscan lograr prácticas constructivas sostenibles a partir de recursos naturales. En concreto, desde la provincia de Soria, donde bajo la coordinación de la Diputación -y con participación de la Fundación Cesefor, la Asociación Forestal de Soria, el clúster de hábitat eficiente AEICE y hasta el Institut de Tecnología de la Construcción de Cataluña- se han fijado en una parcela de 120 hectáreas para «caracterizar y evaluar el potencial de fabricación de productos tecnológicos estructurales» de madera a partir de pino silvestre y laricio. También en la paja y la lana de oveja como aislamientos naturales, y la «competitividad» de estos sistemas dirigidos a la construcción industrializada frente a los que actualmente se usan. «Se ha confiado en que la bioeconomía sea una actividad de futuro», señala Arranz, convencido de que sobre la base de estas iniciativas y los recursos forestales, la población del medio rural de Castilla y León «tenga la posibilidad de seguir manteniéndose» allí donde ellos también hunden sus raíces. La bioeconomía es un sector «clave» en este sentido para el desarrollo socioeconómico del medio rural, destacan desde la Fundación Biodiversidad. Y es que aunque no hay estimaciones concretas sobre la generación de empleo, María Jesús Rodríguez tiene claro que «va a ser importante». El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 calcula que con la movilización de 241.000 millones, se podrían crear entre 253.000 y 348.000 puestos al año en el conjunto de España. «Creemos que va a generar un efecto tractor muy importante, transformador, porque estas alianzas -entre distintas entidades y asociaciones- luego muy posiblemente se mantendrán en el tiempo y generarán ese tejido productivo», señala la directora general con la confianza de que se pueda «dar continuidad» a lo ahora sembrado. Y así, añade, esta gestión forestal «favorece la cohesión territorial» y «permite la fijación de población en el territorio». Al igual, apostilla, que generar valor económico así como contribuir a la prevención de incendios. «Lo importante» de estos proyectos «es lo que va a suponer de sinergias en un futuro» y la innovación asociada, recalca también José Ángel Arranz, confiado en que «la bioeconomía sea una actividad de futuro». Y con estas iniciativas ahora en marcha detectar «nuevos nichos y formas de generar actividad a través de nuestros recursos naturales» más allá de la actividad tradicional, incide el director general de Patrimonio Natural, convencido de que ejercen de «tractores». Favorecer al oso y al urogallo a través de plantaciones y la recuperación de zonas de mosaicos paisajísticos, «necesarios para la conservación» de ambas especies en peligro de extinción es la meta del proyecto en Brañosera (Palencia) . Llevado a cabo por la Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico, esta investigación y reactivación de la bioeconomía forestal en terrenos comunales tiene un presupuesto cercano a los 1,7 millones. De hecho, Palencia es la provincia que mayor dotación acapara de las ayudas en Castilla y León a proyectos considerados «punteros»: casi una cuarta parte del total. Le siguen, con algo más del 22 por ciento, Soria y León, rebasando ligeramente los tres millones de euros de ayuda a cada una de ellas. En las iniciativas subvencionadas son mayoría (nueve en total) las que están enfocadas hacia el desarrollo y aprovechamiento y uso forestal, desde el lanzado en Soria vinculado a la construcción a otros que también buscan sacar partido a la resina, las setas, las aromáticas, los frutos o el compost. Además, otro bloque de cinco combina el aprovechamiento de la madera con otros usos y cuatro se centran en la gestión forestal sostenible. Que los restos de poda se conviertan en fertilizantes es otra de las ideas en marcha, en las que incluso se apuesta por recuperar y explotar turísticamente una tradición casi perdida como la trashumancia. Proyectos diversos, pero con un denominador común: hacer que en los pueblos arraiguen nuevos nichos de empleo.
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Author : (abc)
Publish date : 2024-09-26 07:41:24
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