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Lagartija Nick: «El mainstream siempre ha sido una ideología»

Lagartija Nick: «El mainstream siempre ha sido una ideología»



«Se siente como Sacher-Masoch, el fuego le está lamiendo los labios. Tragando llamas, hundiéndose en la nieve, disfruta sintiendo dolor». Así describían los británicos Bauhaus al protagonista de su single de enero de 1983 ‘ Lagartija Nick ‘, un personaje en permanente combustión espontánea que, seis años después, daría nombre al segundo vértice de la santísima trinidad del indie granadino (el primero fue 091 y el tercero Los Planetas), una banda con guitarras tan a tope de volumen y distorsión que generaban sus propios campos gravitatorios. Y qué hubiera sido de aquel primer indie sin un poquito de masoquismo, podríamos preguntarnos ahora, en esta era de hiper-culto al éxito donde los ideales del underground se han perdido en la traducción digital, resignificándolos como autosabotaje, flagelación, o incluso paradójicamente, conformismo. Hace treinta años lo indie tenía el aura seductora de lo intrépido, de lo inconsciente. Pero ahora, en la cultura del ‘sould out’, de los conciertos medidos en Wizinks y Bernabéus, de las «kás» en Spotify, no ser alguien en el mainstream parece que ya no mola tanto, no tenerlo como meta es casi ser un «loser». (Antonio Arias, voz y bajo) El mainstream siempre ha sido una ideología. En los noventa, la provocación que suponía el descaro de los grupos indies y sus recelos del éxito comercial, atraían mucho. Pero ahora la búsqueda de ese éxito condiciona cómo se hacen las canciones, cómo se escriben las letras, cómo presentas tu perfil si quieres sonar en determinados sitios… En ese sentido la ideología del mainstream se ha convertido en la ideología dominante, y para mí, muchas de las canciones creadas en ese marco me resultan incomprensibles. A nosotros la gente nos decía que no entendían nuestras letras, pero a mí, entender todo ese rollito de la playa, el yate y la discoteca, me resulta imposible (risas). Y lo del furor por los conciertos ultra-masivos, es algo con una dimensión que efectivamente no se había producido hasta ahora. ¿Y por qué se está produciendo? Lo que más me descoloca es que no es sólo cosa de grandes campañas de marketing, también se produce al margen de esos cauces, con formas de comunicación alternativas que son explosivas en manos de la gente joven. Por ejemplo, Saiko, un chico granadino. Cuando yo me enteré de su existencia ya tenía vendidos dos Cármenes (el estadio del Granada Club de Fútbol). Cosas como esa no ocurrían antes, y yo sigo sin entender bien cómo funcionan. Lo mismo pasa con los macrofestivales… Igual es que la gente está ansiosa por salir de la realidad, y busca pasar un rato en esa realidad paralela, en esa jaula tan satisfactoria llena de sueños que son esos festivales gigantescos que hasta tienen su propia moneda, ¡algo absolutamente ilegal! (risas). No sé, las razones detrás de ese furor se me escapan, pero a la vez es algo que me fascina. Es curioso que en esta época del imperio de la novedad, de lo rabiosamente actual, las efemérides funcionen tan bien como reclamo para vender entradas. Y tanto. Ahora que se han reunido Oasis he estado hablando con gente muy cercana a los promotores de ese mundillo de los grandes conciertos de masas, y me ha sorprendido lo que me han contado. Ahora por lo visto hay precios en función de las efemérides, y cuanto más tiempo lleves separado, accedes a un rango mayor de cachés: si tu banda lleva separada cinco años, vales tanto; si lleva diez años, vales más; y si llevas quince, pues más todavía. Sabiendo eso no parece casualidad que los Gallagher hayan hecho las paces justo al cumplir quince años desde que se pelearon (risas). En la música, nostalgia equivale cada vez más a mercadotecnia. Cuando formaron la banda, ¿pensaban que viviría rápido y moriría joven? Ahora se están separando bastantes grupos con apenas quince o veinte años de carrera. En los ochenta, fichar con un sello independiente, ya no una multinacional, era un milagro. En aquella época vivimos un contexto de tanta improvisación que nos obligó a centrarnos en el presente. Si piensas en el día a día, en el ensayo de mañana y no en dónde estarás dentro de cinco años, las incertidumbres de este trabajo son más fáciles de llevar, y resistes más tiempo. El cartel de la gira tiene unos versos de la canción ‘Pasajeros en tránsito’. ¿Resumen de alguna forma el momento actual de Lagartija Nick? Más bien resumen toda nuestra carrera. Cuando crees que has llegado a tu destino, puede que de pronto no te guste y huyas de él. O a lo mejor creías que habías llegado, y te das cuenta de que no es así, de que todavía te falta. Es lo que en términos informáticos llaman VUCA: volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. Este es un oficio muy cambiante, con cambios de estilo, cambios de formación, de sonido… cambios en casi todo, que en realidad es lo que le da la magia al asunto. Ahora por ejemplo, después del proyecto que hemos hecho de homenaje a Buñuel (el álbum ‘El perro andaluz’, lanzado en 2022), tenemos entre manos un cambio tecnológico brutal como es la inteligencia artificial, que vamos a utilizar para rescatar las grabaciones inéditas más antiguas del grupo. Otro asunto es el de los efectos indeseados que la IA tenga en los temas de derechos de autor. Ahí, volviendo al VUCA, todo va a ser volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. El disco ‘Omega’ habrá registrado un subidón en escuchas en estos últimos años de revolución flamenca. Gente como Rosalía o Dellafuente, que atienden con pasión al flamenco y entienden cómo su mensaje puede ayudarnos a aportar música al mundo desde nuestra genética, han contribuido a que propuestas como esa lleguen a más gente. Pero en realidad ‘Omega’ juega en otra liga, siempre ha tenido oyentes y sigue teniendo repercusión, en forma de peticiones para bandas sonoras de películas, para series, para esto y lo otro. El ‘Omega’ es nuestra competencia más feroz con nosotros mismos. Siempre nos cuesta que las canciones nuevas que sacamos se escuchen tanto en streaming como las de ese disco, que es nuestro tótem. Los datos que se pueden sacar del rendimiento de las canciones en Spotify, como por ejemplo cuáles son las favoritas de los oyentes de Madrid, de Barcelona o de donde sea, ¿influyen en la selección del repertorio de una gira como esta? Totalmente. Con cada nuevo lanzamiento, puedes ver el impacto que tiene en cada ciudad y eso te configura los gustos del público en tiempo real. Atender a lo que quieren los fans está bien, por una vez. ¿Cómo valora el camino hacia los Oscar de ‘Segundo Premio’, la película sobre sus amigos Los Planetas? Me parece fascinante ver a amigos en películas musicales que estén teniendo esa repercusión. Especialmente en este caso, por la dirección tan accidentada que ha tenido, por el corazón que le ha puesto Isaki Lacuesta a sacarlo adelante, la lucha que libró al principio del proyecto, cuando no había buen ambiente entre las partes… Pero se lo curró, convenció a todos e hizo una película distinta, con su punto onírico. Toda la parte de Granada está muy bien hecha, el guión es estupendo… Yo me alegro mucho, porque si Buñuel era cine-poema, esto es cine-música. Hay intención de hacer un proyecto de ficción de Lagartija Nick, pero claro, ahora hay un exceso de cine musical granadino que vamos a tener que abrirnos paso a codazos. 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Author : (abc)

Publish date : 2024-09-25 00:51:02

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