Tres películas en cinco años y un puñado de premios Goya y festivales después, Pilar Palomero (Zaragoza, 1980) sigue hablando con una naturalidad y una sencillez poco habituales en certámenes donde los autores se suben al púlpito de la trascendencia. Irrumpió en 2020 con un resplandor titulado ‘ Las niñas ‘ -Goya a la mejor película, guion, dirección novel y fotografía-, deslumbró dos años después con ‘La maternal’ -estrenada en la Sección oficial de San Sebastián y con la que peleó por el Goya a mejor dirección con Rodrigo Sorogoyen, Carla Simón, Alberto Rodríguez y Carlos Vermut- y ahora regresa con ‘Los destellos’ , donde vuelve a caminar por la senda de sus anteriores películas: un ritmo pausado, mucha atención a los pequeños detalles y una sensibilidad muy concreta a la hora de plasmar la relación entre una hija y sus padres separados, él gravemente enfermo y ella tristemente perdida. -Debutó en la dirección de largometrajes ya en la madurez, con 40 años, y desde entonces no ha parado de rodar ni de recibir aplausos por su trabajo… -La gran suerte que he tenido es que he podido hacer estas tres películas como he querido y con mucha libertad, más allá de las limitaciones presupuestarias. A nivel creativo no tengo quejas, y luego a nivel de recepción menos aún. -¿Ha notado el peso de la expectación, la presión por ver qué iba a rodar? -Lo noté mucho más con ‘La maternal’, después de ‘Las niñas’. Me pasó factura un poco, sí. Los nervios por esta cosa de qué esperan de la segunda película… Como lo que pasó con ‘Las niñas’ fue tan inesperado, porque nadie podía pensar en el rodaje que íbamos a ganar el Goya, sí que había como esta cosa de que estaban esperando a la segunda película a ver si la primera había sido un golpe de suerte. Como ‘La maternal’ tuvo un muy buen recibimiento, para mí fue como dar un pasito más. Que haya expectativas es una buena noticia. -¿Esa presión no limita, no condiciona? -La presión siempre está por muchas cuestiones. Por un lado, tienes que hacer la película que tú quieres sin que te perturbe el hecho de querer agradar a todo el mundo; y luego también está la responsabilidad de que, como hay dinero público, el resultado tiene que tener un sentido y una responsabilidad. Y luego está la presión de cómo la va a recibir la gente. Yo lo hablo mucho con los compañeros y las compañeras, el momento más difícil es la exposición, el de mostrarte, porque sabes que no vas a gustar a todo el mundo. Yo en rodaje y en montaje disfruto muchísimo, luego ya… Porque el objetivo de hacer una película, en general, es que llegue al mayor número de gente posible. -‘Las niñas’ se fijaba en la infancia, ‘La maternal’ estaba muy circunscrita a la juventud y a las madres muy jóvenes, y ahora en ‘Los destellos’ lo más presente quizá es la sensación del final del tiempo, de la vida. ¿Ha habido una intención de «trilogía»? -No lo había pensado en esos términos. Ahora a posteriori les puedo dar una lógica, pero han ido surgiendo y yo me he dejado llevar. ‘Los destellos’ fue una propuesta de Fernando Bovaira [productor] de adaptar el relato de Eider Rodríguez ‘Un corazón demasiado grande’. Desde la primera lectura quise adaptarlo porque sentía que me permitía hablar sobre temas que a mí me han obsesionado desde siempre, como son el paso del tiempo, la extinción, las huellas que dejamos y que nos dejan… y también me permitía explorar sobre las relaciones humanas y lo complejas que las podemos llegar a hacer. Nos complicamos mucho la vida. -¿Y la muerte? -De todo el universo que planteaba el relato estaba el tema de que había una muerte, sí. Yo tenía muchas ganas de hablar desde hace mucho tiempo sobre la experiencia de perder un ser querido, y de lo que yo sentí cuando lo viví. Es verdad que es una película en la que hay una muerte, pero he intentado con toda mi alma, y ojalá se sienta así, hacer una película sobre la vida. Cómo el hecho de ver de cerca la muerte también te coloca y te posiciona en tu vida de otra manera. Y mi objetivo primordial durante toda la película ha sido que se sienta la vida. Porque hay mucho de lo vivido por mí, de mi experiencia, en la película. -No sé si debo preguntar, pero ¿qué experiencia? -Tiene que ver con el fallecimiento de mi padre, que ocurrió cuando yo estaba estudiando en Sarajevo. Mi padre me apoyó mucho en todo el tema de estudiar cine, de dirigir… y me da mucha pena que no haya podido ver todo esto porque… Y en ese momento, pues bueno, es… La película no es autobiográfica. Mi padre fallece por un infarto. Cuando viví todo aquello, sí que de alguna manera descubrí algo que en realidad es muy obvio, pero que creo que no lo tenemos muy presente: dentro de ese dolor tan profundo de perder a un ser querido de repente fui mucho más consciente de la vida. Recuerdo un momento en el que después del funeral, cuando llega el momento del ¿y ahora qué?, me estaba tomando un café en una terraza y fui muy consciente del sol que me calentaba, del sabor del café, del viento… Como cosas que damos por hecho. Y esto lo quería contar con imágenes porque dicho con palabras roza lo cursi, la filosofía de Mr. Wonderful, y para nada es esa idea. -¿Ha habido un cambio a la hora de rodar esta tercera película? ‘La maternal’, pese a que era ficción, sí tenía algo más de «documental» en la forma de rodar y de escuchar a sus protagonistas, y en ‘Las niñas’ estaba también ese enfoque más naturalista… -Tenía muchas ganas de hacer algo distinto a lo que ya había hecho, y con el deseo al mismo tiempo de que tuviera mucho que ver. También creo que la propia historia, lo que narras, te pide un lenguaje que a veces es de una manera y a veces es de otra. En las otras dos películas necesitaba una cámara muy libre, jugar mucho. Aquí la película me llevaba por otro camino. Vamos, que no me apetecía nada hacer una película cámara en mano otra vez. Quería hacer algo que no hubiera hecho y probarme y ver qué tal me sentía y qué conseguíamos. -Elige como actriz protagonista a una casi debutante, a Julián López en su primer papel dramático y al Antonio de la Torre menos Antonio de la Torre de su carrera… -Es por esa cosa que tengo yo de intentar sorprenderme. Con Antonio, por ejemplo, en todas sus películas tiene esa presencia como de ser Antonio de la Torre. Y de repente tener a un Antonio de la Torre con 30 kilos menos, súper vulnerable… me parecía como que tenía sentido que lo hiciera él. -Carla Simón, Alauda Ruiz de Azúa, Clara Roquet, Paula Ortiz… ¿Hay una generación que está cambiando las formas de hacer el cine español? -El tiempo dirá. Sí que siento como que ha habido un cambio, al menos de lo que yo he vivido en mis inicios. De las anteriores generaciones puedo saber lo que leo en los libros, y obviamente veo muchísimas diferencias. Si lees ‘Mi último suspiro’ [las memorias de Luis Buñuel], ves cómo ha cambiado todo. Pero lo que yo he vivido desde que empecé a formarme y mis primeros trabajos hasta ahora, sí que veo que está cambiando la manera de cómo nos enfrentamos a hacer cine los directores y los equipos, y también lo que compartimos entre nosotros. Yo no creo que hace 15 años, a no ser que hubiera una amistad muy profunda, dos directores compartieran sus inseguridades. Había como una cosa más del aparentar de yo soy un artista. Ahora hablamos mucho más de las emociones, hablamos mucho más de cómo nos sentimos. Y como en el trabajo de dirigir, al menos como yo lo veo, no hay ninguna certeza, es muy normal que te sientas inseguro. A mí me alegra mucho poder hablar con mis compañeros y mis compañeras de esas inseguridades, porque realmente te das cuenta de que es normal, que no estás sola. No me imagino a directores de hace 50 años teniendo conversaciones que yo he mantenido con compañeras sobre cómo nos sentimos. -¿También en eso ha tenido mucho que ver la gran influencia de las productoras del momento? Este año de alguna manera se las reconoce a todas a través del premio Nacional de Cinematografía a María Zamora… -Han sido muy importantes para el cambio que se ha producido. En el caso de nuestra industria ves la foto y se ve muy claro cómo ha cambiado el panorama y cómo en el momento en el que han entrado estas productoras, las mujeres hemos empezado a hacer más cosas y a dirigir otro tipo de películas. No me refiero a que estamos hablando de temas de la maternidad y tal, me refiero a que nos aproximamos al hecho en sí de hacer películas de cualquier temática de una manera distinta. Creo que de una manera más saludable. -Con ‘La maternal’, en este mismo festival, dijo en ABC que quería que el cine fuera «su oficio». Y todo después de haber ganado el Goya y de ser ya un nombre asentado. Esa forma de acercarse a la dirección no es la habitual… ¿Cómo se ve ahora mismo dentro de la industria? -Eso tiene que ver con lo que hablamos antes de la presión, de que tenía que demostrar que no había sido un golpe de suerte. Soy consciente de que es una industria muy voluble que de pronto te puede ir mal como ir bien. El objetivo que tengo muy claro es que quiero hacer películas y ser cineasta, y no tanto la notoriedad, que obviamente como quiero que se vean mis películas sé que eso conlleva notoriedad. Pero lo que me motiva y lo que me mueve es hacer cine. Dentro de nuestra profesión tenemos que cultivar la humildad, porque realmente no sabemos cuándo una película no nos va a funcionar, y el miedo siempre siempre es si podría hacer la siguiente. Porque yo tengo muchas ganas de contar muchas cosas. Gracias a que ‘La maternal’ fue bien, yo sí sentí que di un paso adelante y que de alguna manera me asenté en la industria. Pero no doy nada por supuesto y soy muy consciente que la vida da muchas vueltas. Sigo con mi objetivo de quiero que este sea mi oficio y que ojalá dentro de muchos años pueda decir que he tenido una carrera, una trayectoria, que he hecho las películas que he querido. -¿Puede ser porque forma parte de una generación que empezó a trabajar en el abismo de la crisis? Quien ha visto el abismo no lo olvida. -Seguro, sin duda. La crisis me golpeó de lleno. Yo salí de la escuela, empecé a trabajar un montón y de repente me quedé sin trabajo, literalmente el puesto que yo tenía desapareció y no se recuperó hasta hace nada… Hubo momentos muy difíciles y soy consciente, y toda esa generación lo es, de que caminamos sobre arenas movedizas. Fue un trauma generacional. -¿Qué es el éxito? -Poder seguir haciendo las películas que quiero y como las quiero hacer. Si puedo poner un pero es con más presupuesto.
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Author : (abc)
Publish date : 2024-09-22 12:45:21
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