Cristo mismo, allí presente y real, en ese momento, en las calles de Córdoba. Es lo que la ciudad creyente celebraba este domingo y por eso acudía en masa a rendirle honores. En la imponente Custodia que labró Enrique de Arfe en el siglo XVI el Señor se mostró el domingo ante los fieles en una tarde pletórica en la que la afluencia dentro y fuera del cortejo, junto con la música y los altares a lo largo del recorrido fueron canto emocionado al Amor de los Amores. El alegre toque de campanas de la torre daba ese pellizco al