La incomodidad política y moral con la conducta de José Luis Rodríguez Zapatero en la crisis venezolana comienza a tomar cuerpo dentro del Partido Socialista y el expresidente Felipe González se encargó ayer de subrayarla. Incluso quienes reconocen en él a un activo de carácter político, al que Pedro Sánchez sacudió el polvo y rehabilitó de sus cenizas en su desesperación por remontar el castigo en las urnas del 28-M, reconocen que su silencio es ominoso y está lastrando la postura diplomática de España, y de paso la de la Unión Europea. Su condición de expresidente español, pero, sobre todo,