En la tarde del 26 de mayo de 1828 apareció en la ciudad de Núremberg, de la nada, un misterioso chico de unos 16 años de edad. Llamaba la atención su aspecto totalmente desaliñado, sus toscos modales y su incapacidad para hablar. Portaba una carta dirigida al militar Friedrich von Wessing en la que solo aparecían dos palabras: Kaspar Hauser. La situación se volvió aún más extraña cuando la policía lo llevó a la comisaría y le dio papel y pluma para poder comunicarse con él de alguna forma. Ahí replicó de nuevo aquel nombre. También le arrancaron lo que parecía la fecha de su nacimiento: 30 de abril de 1812. Así nació la leyenda de Kaspar Hauser, que ahora, casi dos siglos más tarde, se cierra -al menos en parte- con un nuevo estudio aún no revisado por pares que se ha hecho público en la revista ‘ iScience ‘. Hauser no sabía hablar y mucho menos leer. De hecho, su estado era tal que, al principio, era imposible darle otro alimento que no fueran pan y agua; para el resto ponía muecas de asco o vomitaba. Mientras intentaban instruirle, las hipótesis sobre su origen se disparaban en los mentideros de toda Europa. La teoría que sonaba con más fuerza era la de que, en realidad, se trataba del hijo del recién fallecido Gran Duque Carlos, príncipe en Baden (territorio del sur de Alemania previo a la disolución del Sacro Imperio Romano Germánico en 1806). Éste había tenido un vástago el cual había muerto siendo muy niño, por lo que los amantes de la conspiración pensaban que, en realidad, se dio ‘cambiazo’ al bebé original por uno moribundo, condenando al verdadero heredero -Kasper Hauser- a estar retenido hasta que, de alguna manera, escapó. Esta teoría cuadraba con los recuerdos que pudieron sonsacarle a Hauser, que más adelante logró explicar que había estado preso en algún lugar oscuro. Sin embargo, nunca se llegó a desvelar su procedencia. Su muerte, que ocurrió tan solo cinco años después de su repentina aparición, acrecentó aún más la leyenda de que aquel muchacho era alguien a quien había que silenciar. En el lugar del suceso, los jardines del palacio de Ansbach, en Baviera, hoy permanece una inscripción con la siguiente leyenda: «Aquí fue asesinado un desconocido de forma desconocida». Casi un siglo después, en 1996, salieron a la luz unos calzones con una mancha de sangre que supuestamente pertenecieron a Hauser. Con los métodos de la época se analizó la muestra, que revelaron que la muestra no coincidía con la de ningún pariente vivo de la familia real de Baden. Sin embargo, en el año 2002, se ‘resucitó’ el espíritu del joven y se volvió a analizar otra prenda donada por el museo que lleva su nombre y que se halla en la ciudad en la que murió, Ansbach. En esta ocasión sí se halló correspondencia (aunque no del 100%) entre la muestra y el ADN de Astrid von Medinger, una descendiente de la esposa de Carlos II de Baden, Estefanía de Beauharnais. En ese estudio también se descartó que la sangre analizada de la ropa interior en el anterior trabajo fuera de Kaspar Hausen. «Se afirma que es uno de los mayores misterios históricos del siglo XIX», dice la genetista Turi King, famosa por participar en la identificación del esqueleto del rey Ricardo III en 2014. Poco después se unió al equipo internacional que busca posibles concordancias entre Kaspar Hausen y la Casa Real de Baden. «Después de la muerte, nuestro ADN se degrada en fragmentos cada vez más cortos hasta que no queda nada que secuenciar», explica King, que actualmente trabaja en la Universidad de Bath. «Los métodos de análisis de ADN disponibles en la década de 1990 y principios de la década de 2000 funcionaban bien con fragmentos de ADN largos, pero no dieron resultados consistentes en el caso de Hauser». Utilizando muestras de sangre y cabello de Hauser, King y sus colegas volvieron a analizar el ADN mitocondrial del joven -el que se hereda a través de la línea materna- utilizando técnicas de secuenciación modernas. «El ADN de Kaspar Hauser era idéntico en todas las muestras de cabello y también coincidía con el análisis de muestras de sangre de los años 90», explica King. Esto confirma por primera vez la autenticidad de las muestras y desmiente en parte los resultados del estudio de 2002. Sin embargo, cuando los investigadores compararon el ADN mitocondrial de Hauser con el de sus supuestas hermanas reales y sus descendientes, no hubo coincidencia. «Los genes de Hauser son claramente diferentes del linaje mitocondrial de la Casa de Baden», lo que «descarta una relación materna» y «la ‘teoría del príncipe’, ampliamente aceptada». Pero, ¿nos puede decir algo más el análisis de sus restos con la tecnología moderno? «Lamentablemente, nuestros datos aún no pueden decirnos quién era», dice King. «Sabemos que su tipo de ADN mitocondrial es euroasiático occidental, pero no podemos limitarlo a una región geográfica». Es decir, aunque se haya descartado la teoría del ‘príncipe europeo perdido’, el enigma de Kasper Hauser aún es un misterio.
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Author : (abc)
Publish date : 2024-08-16 16:35:08
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