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Una oportunidad en tiempos convulsos

Una oportunidad en tiempos convulsos



El retorno a la Casa Blanca del presidente Trump nos introducirá en un nuevo escenario geopolítico , muy especialmente en el ámbito económico, tecnológico y militar. Trump aborda su segundo mandato con mayor libertad de acción que en 2017 por su mayor conocimiento del Estado, la falta de contrapesos por la mayoría republicana en el Congreso, Senado y Tribunal Supremo, y por el aval que implica haber sido elegido con un programa que antepone el crecimiento económico y tecnológico a sus alianzas internacionales. En la actualidad, Europa basa su defensa en la OTAN, que es tanto como decir en la confianza de las decisiones de la Casa Blanca. Todos los conceptos estratégicos que ha aprobado la Alianza a lo largo de su historia han seguido las líneas marcadas por las estrategias de seguridad nacional estadounidenses del momento, y no por sumisión sino porque la confianza en el compromiso de Estados Unidos permitía a los gobiernos europeos dedicar más recursos al Estado del bienestar. En la cumbre de la OTAN celebrada en Gales en 2014, todos los países miembros se comprometieron a armonizar e incrementar su gasto en Defensa, en 10 años, hasta el 2 por ciento de su PIB. El plazo finalizó y España, a pesar del esfuerzo presupuestario realizado entre 2019 y 2024, ocupa el último lugar, con el 1,28. El presidente del Gobierno se ha comprometido a alcanzar el 2 por ciento en 2029. La proliferación de amenazas híbridas empleadas por Putin, como parte de una política para socavar el orden internacional basado en reglas, ha desembocado en la invasión de Ucrania, obligando a la OTAN a retomar una estrategia de disuasión creíble, que debe basarse en capacidades tecnológicamente superiores y demostrables a las de tu adversario. Esos medios pueden obtenerse siguiendo este orden: primero, invirtiendo en la industria nacional de Defensa con posibilidades para desarrollar tecnología propia, lo que nos aporta algo tan importante para la industria en general como la ‘soberanía tecnológica’; segundo, participar en programas de Defensa de la UE, en colaboración con empresas europeas de alta tecnología; y, por último, adquirir capacidades en EE.UU. u otros países confiables cuando no hay disponibilidad tecnológica, ni posibilidad de desarrollarla en la UE a medio y largo plazo, pero tratando de establecer alianzas que permitan la transferencia de tecnología y garantías en las cadenas logísticas, aunque el Pentágono es cada día más reticente a compartir tecnología. Trump cree que Europa debe invertir mucho más del 2 por ciento en capacidades de última generación, que deben ser adquiridas mayoritariamente en EE.UU., país que tiene la mejor tecnología, aunque valorará la implantación de empresas europeas en su país, de la mano de otras estadounidenses. Washington, desde 2014, ha priorizado la inversión en I+D sobre todas las demás categorías de gasto militar. En 2023, asignó el 16 por ciento del presupuesto total en Defensa a investigación, desarrollo, pruebas y evaluación. Este es el camino para tener soberanía nacional en capacidades claves. En la UE, el informe Draghi, guía política de la nueva Comisión, establece que el crecimiento económico debe basarse en la reducción de la brecha de innovación con Estados Unidos y China, en el fortalecimiento de la seguridad sin dependencias de terceros y en un plan conjunto de descarbonización y competitividad. La colaboración entre las industrias de Defensa es fundamental para superar dos grandes problemas: su fragmentación y su falta de interoperabilidad, lo que limita su capacidad de acción conjunta. Por ejemplo, Estados Unidos opera con un solo tipo carro de combate, mientras que Europa utiliza doce diferentes. Además, el gasto en tecnología de Defensa sigue siendo insuficiente para competir con Estados Unidos y China. La nueva Comisión abordará en las próximas semanas un nuevo Programa Marco de I+D. Ningún Estado miembro por sí mismo puede financiar todas las tecnologías necesarias para la Defensa, por lo que es imprescindible la colaboración financiera y tecnológica de la Unión. Von der Leyen en su carta de misión para el comisario de Defensa y Espacio, el lituanio Andrius Kubilius, le indica, que la UE necesita estar preparada para «las contingencias militares más extremas». Kubilius se ha comprometido a que en sus primeros cien días, presentará un ‘libro blanco’ sobre el futuro de la Defensa europea junto a la Alta Representante, Kaja Kallas, con un nuevo enfoque del papel de la UE para gastar más, mejor, juntos y a escala continental, dotándonos de los recursos adicionales para alcanzar objetivos vitales. La Estrategia Industrial Europea de Defensa establece que antes del 2030, el 50 por ciento de las inversiones de los Veintisiete se realicen dentro de la Unión y que el 40 de las adquisiciones de equipos se haga de forma colaborativa. Los objetivos son ambiciosos, pero también son excelentes oportunidades para la industria del sector y España tiene empresas con tecnología avanzada y capacidad de crecimiento. En nuestro país, la senda presupuestaria para alcanzar el 2 por ciento del PIB está repleta de obstáculos: la falta de Presupuestos en 2024, las dificultades del Gobierno para aprobar los de 2025, la oposición ideológica de sus socios a este incremento, las limitaciones a los desequilibrios presupuestarios y la polarización política, que dificulta los acuerdos en temas de Estado. Para superarlos es necesario ver la palanca que estos Presupuestos suponen para el desarrollo del sector industrial. En el caso de España, el sector industrial supone el 17,4 por ciento del PIB y debe incrementarse en años venideros. La industria puede contribuir de manera decisiva a este objetivo gracias a nuevas inversiones y al I+D+i ya que generalmente se trata de tecnologías de doble uso. Europa está decidida a potenciar la industria en este ámbito y eso supone una gran oportunidad para la industria española. Para ello es necesario materializar la Estrategia Industrial de Defensa 2023. Ya se están dando pasos con la creación de la Dirección General de Estrategia e Innovación de la Industria de Defensa, pero es necesario un crecimiento sostenido en los presupuestos de Defensa, que permita incrementar el porcentaje de inversión en I+D+i, para propiciar la mayor soberanía tecnológica posible y un mejor posicionamiento en la adjudicación de contratos en los programas de defensa de la UE. Las decisiones políticas de participación en programas europeos deben ser tomadas teniendo en cuenta las necesidades de nuestras Fuerzas Armadas , pero esos porcentajes deben tener en cuenta las capacidades tecnológicas de nuestras empresas y su capacidad de crecimiento. La decisión de participación debe ser tomada antes de que arranque el programa, para poder estar en el reparto de los contratos de interés tecnológico. Es importante que las grandes empresas de Defensa desempeñen un papel tractor sobre otras de segundo nivel que tienen tecnología o están invirtiendo para obtenerla. Nos adentramos en tiempos geopolíticamente convulsos, pero que son una oportunidad para el crecimiento de nuestra tecnología, de la mano de la industria de Defensa.



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Author : (abc)

Publish date : 2025-01-15 18:13:00

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