La religiosa española Fátima Benito lleva dos años en Papúa Nueva Guinea , es misionera y se ocupa de un centro de atención de ancianos. Cuando describe este país, lo que más le impresiona es que «los niños no sonríen». Lo atribuye a la difusa violencia doméstica y a la falta de oportunidades de futuro. Será cierto, pero no es la impresión que quedó del encuentro que a primera hora de la tarde de este sábado mantuvo el Papa Francisco con unos 500 niños de la calle y con discapacidad, atendidos por religiosas e instituciones de la Iglesia. Y eso que, a pesar de su corta edad, no más de 9 o 10 años , llevan sobre sus hombros historias muy duras. «En Papúa Nueva Guinea, cuando fallece el padre y la madre vuelve a casarse, ella no puede llevarse a los niños a la nueva familia, y se quedan a cargo de los abuelos o de otros parientes. Pero si los abuelos no tienen fuerzas, los cuidamos nosotras», explica a ABC la hermana Joy, religiosa de la congregación de las Hijas de la Caridad, de Madre Teresa de Calcuta. Dice también que desde que comenzaron a trabajar aquí hace poco más de 50 años, han atendido al menos a 250 niños cada año . También asegura que convencen a muchos padres a que lleven a los niños a su escuela, en lugar de obligarlos a trabajar con ellos en el mercado para transportar cosas y hacer recados. Los pequeños esperaban esta tarde nerviosos e inquietos al Papa, pues «se han levantado a las tres de la mañana, no conseguían dormir», según decía una de sus cuidadoras. Lo recibieron en la puerta con banderas del Vaticano y de Papúa Nueva Guinea. A Francisco le hicieron gracia los dos bailes que le regalaron, uno tradicional al son de tambores y silbatos, y el otro con ritmos electrónicos, y les aplaudió mucho. «Sois maravillosos», les dijo conmovido por su sencillez. Dos de los participantes le hicieron preguntas muy duras. Un niño sordo le preguntó «¿por qué tenemos que sufrir por nuestra discapacidad?, ¿por qué no soy como los demás?, ¿hay esperanza también para nosotros?». Otro, un niño de la calle, le dio las gracias por haberse acordado de ellos «aunque no seamos productivos». «¿Por qué no tenemos oportunidades como los demás niños y cómo podemos ser útiles para que nuestro mundo sea más bello y feliz, aunque vivamos en el abandono y la pobreza?», le preguntó. «Uno de vosotros me ha preguntado ‘por qué no soy como los demás’. Tengo una respuesta: nadie es como los demás. Cada uno de nosotros tiene un papel y una misión que ninguna otra persona puede llevar a cabo. Y esto, aunque sea un trabajo duro, da mucha alegría. Es cierto que todos tenemos limitaciones, también las tengo yo, que soy el Papa, pero esto no nos determina», les aseguró. Les dijo que para hacer el mundo más bello, deben «aprender a amar a Dios y a los demás, y estudiar duro para ayudar a los demás». «Nadie es un peso para los otros. Todos somos regalos de Dios, un tesoro para los demás», añadió. Como recuerdo, algunos le entregaron un ‘tam tam’ , y Francisco improvisó algunos toques para hacerles reír. Al Papa le costó marcharse, pues muchos de ellos invadieron el pasillo para decirle adiós. No pareció importarle y a su paso les regalaba algunas golosinas y rosarios. Fue sin duda el encuentro más intenso de los que ha mantenido desde que el viernes llegó a este país.
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Author : (abc)
Publish date : 2024-09-07 11:37:54
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El Papa pasa la tarde con los niños «sin sonrisa» de Papúa: «Sois maravillosos»
