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De las microescuelas al Hospital Provincial: una historia reciente de la arquitectura cordobesa gracias a sus planos

De las microescuelas al Hospital Provincial: una historia reciente de la arquitectura cordobesa gracias a sus planos



«Cuando os cuente la historia de este proyecto os vais a morir». Quien habla de esa forma con jovial alegría es Gerardo Olivares, a sus 94 años memoria viva de la arquitectura de la ciudad . Y el proyecto al que se refiere una plaza de toros que Manuel Benítez ‘El Cordobés’ le encargó como regalo para el rey de Marruecos. Nunca llegó a construirse. El que fuera miembro del prestigioso estudio De la Hoz-Chastang-Olivares acaba de donar a la Diputación Provincial 3.302 documentos que contienen anteproyectos, planos de obras de edificios, apuntes, fotografías, dibujos hechos a mano por el arquitecto Rafael de la Hoz o incluso diseños previos de su padre, De la Hoz Saldaña. Olivares ha recibido a ABC Córdoba en su casa de El Brillante, donde muestra, mientras posa para el fotógrafo, junto a la también arquitecta y persona de confianza, Lourdes Arroyo, los planos de la comentada plaza de toros, u otros proyectos inconclusos como un hotel o la reforma del Palacio de Congresos . Todos ellos son frutos de una larga vida que, en parte, queda reflejada en los documentos que ahora custodiará la Diputación. Estos expedientes tienen un valor incalculable para su consulta por parte de personal especializado. Gerardo Olivares, tras terminar la carrera en 1958, se puso a trabajar con Rafael de la Hoz aprovechando el impasse que tenía hasta incorporarse como alférez a las antiguas milicias universitarias. De la Hoz, además de tener estudio propio, era ya arquitecto de la Diputación , y también lo fue José Chastang, de ahí que la donación se haya producido a la institución provincial. Olivares recuerda perfectamente el primer proyecto en el que trabajó con De la Hoz: «fue el colegio provincial de sordomudos que hay en la calle Doña Berenguela, que hizo de forma benéfica la Diputación, que no solía hacer obras entonces en la capital, sino en los pueblos», ha rememorado el arquitecto. Olivares recuerda igualmente qué tipo de obras eran responsabilidad de la Diputación en aquella época, como carreteras, para lo que había un ingeniero, reformas de cementerios, mataderos, mercados o viviendas de protección oficial. «Para una persona que empezaba, como yo, hacer un mercado en un pueblo era fabuloso », ha declarado el arquitecto, especialmente contento con el resultado del mercado de Cabra. Recuerda además un hito: las microescuelas. «El Estado daba una subvención de 50.000 pesetas por módulo de vivienda , los terrenos los tenía que poner la Diputación», ha indicado Olivares. El entonces presidente de la entidad provincial, Rafael Cabello de Alba, a propuesta de Rafael de la Hoz, fue consiguiendo que los Ayuntamientos aportasen los solares. La implicación de empresas constructoras para abaratar precios fue también decisiva. El resultado fueron esas escuelas basadas además en modernas concepciones psicofísicas, pues tenían en cuenta la percepción de los niños (audición, visión, sensaciones térmicas u olfativas). En otras ocasiones, esos modernos conceptos que aplicaban los arquitectos por influencia de otras disciplinas no salían tan bien. Tal fue el caso del psiquiátrico de Córdoba , enfocado entonces a no considerar al enfermo mental como paciente debido a las investigaciones de un psiquiatra francés, por lo que se hizo como un pueblecito, iglesia y cine incluidos. Las medidas de seguridad eran escasas. Pero aquello se topó con la realidad. «Un día un loco arrancó un retrete y fue rompiendo tabiques de una habitación a otra hasta que encontró la salida, por lo visto medía dos metros», ha contado con gran sentido del humor Olivares. Hubo a gresiones además gravísimas, una de ellas acabó con la vida de una enfermera por acuchillamiento. Todo ello concluyó en una modificación posterior del proyecto. Entre los grandes proyectos que se pueden consultar en los documentos donados está el Hospital Provincial, uno de los edificios más innovadores de su momento . Para su construcción visitaron hospitales en Boston, Francia u Holanda, que sirvieron como modelos. Entre las curiosidades que recuerda Olivares fue que pusieron en marcha una serie de instalaciones para cableado con el objeto de que funcionasen robots a modo de carritos para llevar medicamentos o comidas. Esta visión de ciencia-ficción nunca llegó a aplicarse. El arquitecto bromea sobre ello: «si alguien levanta la solería se preguntará qué son esos cables de cobre». Con respecto al hospital, y extendido a toda su labor, Gerardo Olivares ha apuntado que lo más complicado de un edificio es la circulación , es decir, cómo se mueven las personas, como acceden de una parte a otra y qué utilidad concreta tiene cada estancia, lo que obliga al arquitecto a conocer en profundidad otras profesiones. «A los proyectos que más cariño le tengo no son a los más bonitos, sino a los que más guerra me han dado pero luego funcionaron bien: cuando ha sido un reto y se ha resuelto el reto». Curiosamente resolvió ese reto de la circulación en su propio hogar, el chalé Entrepinos, obra de la que se siente especialmente orgulloso, resuelta sin que haya pasillos y creando una casa particularmente acogedora. El veterano arquitecto sí que resalta un aspecto del que se muestra especialmente orgulloso: su colaboración con grandes artistas de la época que se ocupaban de aspectos decorativos . En la primera etapa de Rafael de la Hoz y posteriormente, hubo implicados grandes artistas, por ejemplo Antonio Povedano, Tomás Egea o Miguel del Moral, que realizaron diseños de vidrieras de las que luego se ocupaba Miguel Frasquiel, artista especializado en la ejecución de las vidrieras en la obra como oficio. También colaboraron con los miembros del Equipo 57. El primer edificio de la Seat, la fábrica de El Águila, las naves de Telefónica, la sede del Diario Córdoba, la escuela de formación profesional camino de Alcolea… Olivares hace un repaso por los edificios industriales , a los que se suma el Parque Figueroa, la reforma del Palacio de la Merced o el colegio Bética Mudarra. Todas estas obras muestran que Rafael de la Hoz Arderius, José Chastang Barroso y Gerardo Olivares James fueron tres de los grandes precursores de la modernización de la arquitectura no sólo en Córdoba, sino en España. Era una época en la que en Córdoba habría, como mucho, 22 arquitectos , «de los que quizá ejercieran ocho o nueve». Hoy día los arquitectos colegiados en la ciudad se cuentan por varios cientos. Aquellos pioneros se encontraron en cierto modo con un campo virgen tras una durísima carrera que, antes del ingreso durante seis años, exigía dos previos dedicados a las ciencias, el cálculo integral y un par de idiomas. «Curiosamente, de todas las cosas que estudiábamos, ninguna nos servía para nada salvo el dibujo». Olivares enseña a ABC diversos proyectos que requieren de una pericia más allá de los sobresaliente para el dibujo . Esta habilidad se ha volcado con proyectos como la remodelación de la Plaza de las Tendillas, de la facultad de Veterinaria o de la antigua universidad laboral, hoy campus universitario de Rabanales. También la Filmoteca de Andalucía o el centro comercial Zoco. Gran parte de este legado estará a partir de ahora disponible en la Diputación Provincial . La donación ha sido posible gracias a la idea de otro arquitecto, José Carlos Rico, de Citylab 360, que vio el potencial del archivo y fue el artífice inicial del proceso, puesto que el propio Olivares, son su proverbial sentido del humor, ha asegurado que «no sabía qué hacer con tantos papeles».



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Author : (abc)

Publish date : 2024-08-16 23:12:29

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